Haluros de Plata y Pixeles

La exhibición de Haluros de Plata y Pixeles posee varias lecturas desde su concepción multifacética, porque incluye fotografía análoga, fotografía estenopéica, foto digital e imágenes tomadas con smartphone.

Rosalba considera que la fotografía pasa por la sensibilidad y por la idea más que por los medios, para ella, la caja negra es el espacio en donde la realidad se transforma, el lugar donde se funden las fronteras entre la luz, la imagen, el tiempo y nosotros.

En esta exposición el Convento Dominico de Jalapa del Marqués, es sólo un pretexto para mostrarnos y demostrarnos que cualquier equipo fotográfico por más sencillo que sea, puede ayudar a revelar otras miradas de un mismo objeto.

La fotografía para Rosalba es arte, ciencia y experiencia humana. Por ello siempre que va en busca de algunas imágenes, carga con todo su equipo con el fin de hacer diferentes enfoques. Incansablemente forja un lenguaje lleno de sutilezas perfectamente comprensibles. Crea puentes entre las diferentes técnicas y la práctica. Utiliza los dispositivos fotográficos que tenga a su alcance, para crear una estética propia.

La fotógrafa se aleja de la tentación de poseer el último modelo de cámara, prefiere tener un aparato con una buena óptica y muchas opciones que añadan flexibilidad a su discurso.

Esta exposición es significativa al medio fotográfico porque nos aproxima a las diferentes técnicas de pintar con luz a un mismo objeto. Muestra cómo ésta acción puede servir de reflexión para superar la idea que sólo teniendo una “buena cámara conseguiremos la imagen de nuestra vida”

Para ella, el manejo de la imagen se ha visto favorecida con la tecnología digital (cámaras y teléfonos), pero nos alerta para no caer en la trivialidad de los trucos y abandonarse a la fascinación de los efectos, relegando el verdadero sentido de lo que se desea comunicar. A través de su iconografía nos exhorta a realizar un esfuerzo para lograr originalidad en las imágenes, encontrar el momento adecuado o el sitio perfecto.

Pero para ser un buen fotógrafo, la tecnología no basta, hay que tener buen ojo, y eso no hay megapíxeles que lo compensen.

Las imágenes presentadas en esta exposición son el claro ejemplo de un buen ojo, la fotógrafa registra con estenopo, con haluros de plata o pixeles: el templo en la lejanía, el agua de la presa, las aves sobre un añoso árbol, el color o las imágenes en blanco y negro nos presentan una rica composición basada en la geometría y las formas que nos brinda la naturaleza modificada por el hombre.

El título de la exposición alude a las técnicas para crear las imágenes: la fotografía analógica o tradicional se compone de una película con una capa de imperceptibles granitos llamados haluros de plata, sensibles a la luz, estos forman la imagen. Es la unidad más pequeña que hay en una fotografía tradicional.

En el caso de la fotografía digital, el haluro de plata, es reemplazado por el píxel. La imagen que se obtiene es una representación en píxeles. Cada píxel (cuadrito) contiene la información del color de esa minúscula porción.

Vale aclarar que la cámara estenopeica es la más sencilla de los dispositivos fotográficos, posee un agujero del grosor de la punta de una aguja, a esta  abertura se le denomina estenopo, es lo que da el nombre a la técnica, Para que registre una imagen se coloca en su interior una película fotográfica, y se deja pasar la luz sin tener la certeza de lo que se va a registrar, porque estas cámaras no tienen visor. Las imágenes suelen verse borrosas o desenfocadas, debido a la técnica misma. Una ventaja de la foto estenopeica es que ofrece una gran profundidad de campo

La Casa de la Cultura Oaxaqueña acoge esta muestra de indiscutible valor artístico como espacio de intercambio y dialogo de la artista con el espectador, donde la acción de tomar fotografías es un proceso para entender el mundo.

Para Rosalba la imagen existe, solo hay que tomarla.

Rosa María Cortés González