Rosalba Bustamante escribe en imágenes a los árboles, habitantes sagrados. Les rinde homenaje, con esta serie de fotografías, consciente de su depredación actual.
La autora prescinde de la práctica médica especializada. Suelta sus amarras de la Medicina hace ocho años para reencontrarse con la fotografía, que experimenta desde pequeña, animada por el gusto de su padre por la misma. Ella la retoma con vigor, como su oficio vital, que la conduce al encuentro con su mundo interior, sensible, sin contención.
Con estas imágenes nos invita a asomarnos a su mundo íntimo, esencial, lleno de simbolismo, atado con el origen: vida, madre tierra, evolución, muerte, regeneración.
El árbol, el bosque, soberbio espacio, la atraen insistente e implacablemente. Los árboles la seducen. Ella conduce su mirada, su manera de ver propia, personal, profunda, a la creación visual, a la contemplación frontal de seres milenarios, raíces hundidas en la profundidad de la tierra; ramas que se entrelazan impulsadas hacia la luz, pero también, a la tierra; troncos danzantes en la superficie próximos al agua cristalina, oquedades, reflejos ascendentes y descendentes captados en unidad, en equilibrio consumado.
Rosalba Bustamante está ahí, de frente a la naturaleza, en acto de mirar, fotografiar y significar. Se interna con cuidado, penetra cautelosamente el bosque, se apodera del silencio, del orden, de la paz y la belleza. Está ahí, apacible, sin prisa, sin confusión, a plenitud. Sólo luz, armonía, materia, forma, color sutil, inmaterial, cautivador del infinito, tiempo sin tiempo.
La autora con estas estéticas imágenes nos provoca, nos incita a ver lo invisible de lo visible; a leer los signos cincelados en madera; a contactar con el origen, con la creación.
Rosalba Bustamante nos comparte su pasión por la fotografía y también, su preocupación por la preservación de la vida de los árboles.
Rosario Camus