Tomando como referencia la escultura griega clásica, desarrollé una serie que tiene relación con mi práctica como traumatóloga ortopedista al realizar anteriormente diversas amputaciones a personas que habían sufrido algún tipo de accidente o por alguna enfermedad en la que para salvarle la vida, era necesario prescindir de alguna de sus extremidades. Uno de los hechos que más me marcó fue el accidente de un autobús de maestros en el que muchos habían perdido sus extremidades superiores. En ese momento por el profesionalismo que hay que tener en estos casos, pude guardar serenidad hasta que posteriormente reflexioné acerca del cuerpo y su fragilidad desde mi producción fotográfica.
Dentro de este parámetro, mi relación con las amputaciones tiene que ver con el fenómeno de lo incompleto, pensar acerca del organismo-cuerpo en términos de la fatalidad o el padecimiento de la persona que ha sufrido abruptamente algo tan traumático. Pensar que al despertar alguien pueda verse sin alguna de sus extremidades. Pero, ¿realmente es “incompleto” o solo es un hecho que aunque terrible, no deja de ser social o culturalmente construido? En ese sentido, el pensamiento griego o romano veía a los cuerpos con deformaciones o incompletos, como individuos que no podían servir o cumplir como ciudadanos y por eso era necesario marginarlos y dejarlos morir. El cristianismo no hace gran avance pues dentro de su aparente noción de amor e inclusión repite el prejuicio. En la era de la razón y la modernidad, se repite como en Roma el hecho de excluir pues al ser el cuerpo un mecanismo de la producción capitalista, si no funciona se le desintegra socialmente.
Desde mi perspectiva esta serie esta construida desde esas reflexiones y también desde mis propios miedos como ser y cuerpo, el pensarme en dicha situación, una fijación que tenga que ver quizás con otros sentidos de lo incompleto, la ausencia más allá de un brazo o una pierna. Así, en el sentido histórico puedo encontrar muchas referencias, como la que ahora presento, y es la amputación que sufren las esculturas en tanto vestigios o residuos históricos. Las venus que supuestamente estuvieron “completas”, los relieves de los frisos fragmentados en el museo británico, sin saber si fueron encontrados así, o fueron producto de la destrucción que provoca el saqueo o las guerras. Las esculturas tienen relación con los amputados no solo en forma sino en características de las circunstancias historias o de su materialidad. Encuentro entonces una fuerte conexión con estas ideas que desembocan en lo fragmentario, la interferencia del destino y la transcripción histórica de los vestigios así como la inscripción de la naturaleza que incide sobre los cuerpos. En esta serie yo misma me construyo como modelo para canalizar mi catarsis, con cierta ironía, con cierto juego del absurdo y la teatralidad, un poco como Marcos López, David la Chapelle o de alguna manera, Peter Witkin. La imagen puede jugar en varios sentidos, pero también sublimar y sanar.